- Lactantes Prematuros
Si se debe hacer
un examen en la sala de radiología, el niño debe ser transportado por un
profesional sanitario en una incubadora templada.
El periodo fuera
de la incubadora será el mínimo imprescindible, y debe ser devuelto a la
incubadora durante las pausas del estudio si existe cualquier evidencia de
hipotermia.
La inmovilización
rara vez es necesaria para estos pacientes, y cuando lo es, puede aplicarse con
rapidez un método simple y suave.
- Lactantes Jóvenes
Muchas veces se
muestran juguetones o somnolientos cuando están cómodos y bien alimentados.
La reacción al
dolor estimula el movimiento corporal total y el llanto fuerte, que puede cesar
con la distracción.
Cuando se dispone
de tiempo, el llanto prolongado puede calmarse sacando al niño de la habitación
mientras se examina en el intervalo a otros pacientes.
Pedir a la madre
o familiar que coja al niño, le hable con suavidad y tranquilidad, y le ofrezca
un biberón con agua o leche si no está contraindicado.
- Lactantes hasta los 3 Años de Edad
• Dolor.
• Separación de
los padres.
• Limitación de
las capacidades motoras.
• Pérdida de las
rutinas y rituales relacionados con la comida, el sueño, el baño y el juego.
Un chupete o
biberón calmará con frecuencia al lactante. El técnico debe aproximarse al
pequeño de modo sonriente y amistoso, y hablarle con voz suave, quizás
ofreciéndole un simple juguete.
Casi siempre es
necesaria la inmovilización, y ésta trastorna menos al niño que verse rodeado
por varios adultos que intentan sujetarle en posición correcta.
Una vez
apropiadamente inmovilizados, la mayoría de los niños se calman y es posible
completar un examen diagnóstico técnicamente correcto.
Advertencia:
nunca se debe dejar solo en la sala a un niño inmovilizado, excepto en el
momento de hacer la exposición.
- Tres a 5 años de Edad
Los preescolares
pueden comprender las instrucciones y explicaciones si se les proporcionan
teniendo en cuenta el modo como probablemente las percibirá el niño. Por
ejemplo decirle que tenemos una cámara de fotos especial y más grande que la de
sus papás, que no le hará daño y que servirá para que su médico lo pueda curar.
Los preescolares
son fáciles de agradar y una atmósfera de juego puede facilitar el trabajo.
Muchas veces se
puede charlar con el niño durante el examen. Se le debe alabar cuando el niño
intenta colaborar. Eso reduce la ansiedad del pequeño y tiene mucho valor para
él.
La inmovilización
suele ser necesaria incluso el los preescolares más colaboradores, debido a que
no comprenden la necesidad de estarse inmóvil en una posición fija.
Los conceptos
inmaduros sobre la enfermedad y el tratamiento, incluyendo el miedo a la
invasión del propio cuerpo o a la pérdida de cualquier parte del cuerpo
(incluso de una pequeña cantidad de sangre), resultan universales a esta edad.
Las tiritas son muy importantes para los preescolares, dado el temor de que
cualquier intrusión en el cuerpo hará que se salga lo de dentro.
- Niños en Edad Escolar
Las sugerencias
de la sección previa se aplican también a los niños de edad escolar. Para
ganarse su confianza, el técnico debe ofrecer explicaciones completas de la
experiencia esperada a estos niños con mayor capacidad de comprensión.
Como es natural,
las explicaciones se deben modificar conforme aumenta la edad del paciente.
Los niños de este
grupo de edad hacen frente mejor a la hospitalización, debido a que la
socialización en la escuela y las conexiones con sus compañeros consiguen que
se aflojen los lazos con los padres y el hogar.
De hecho, la
obtención de independencia es importante para ellos y se les debe dar libertad
para que elijan, siempre que sea posible. Los pacientes tendrán menos tiempo
para preocuparse por el medio ambiente extraño y los sentimientos de desamparo
si el técnico les habla durante los procedimientos.
El truco consiste
en hablar continuamente, pero sin hacer de menos ni siquiera violar la
personalidad del niño.
Muchos niños de
edad escolar son sorprendentemente vergonzosos, e ignorar su pudor les puede
causar gran turbación.
En un niño mayor
de 7 u 8 años no se le debe forzar ni atar en el examen radiológico, excepto en
caso de urgencia.
Cuando un niño
mayor se muestra desobediente, se le debe sacar de la sala que se le ha
convertido en una atmósfera amenazante y encargar a los padres que lo
tranquilicen.
- Adolescentes
Los adolescentes
suelen haber desarrollado ya mecanismos para hacer frente con éxito al estrés
de la hospitalización. Sin embargo, puesto que muchos de ellos están mal
informados sobre la enfermedad y el cuidado médico, sus respuestas frente a un
examen particular pueden ser inapropiadas.
Sólo en caso de
urgencia que pongan en peligro la vida y cuando hayan fracasado todos los
argumentos y explicaciones, se forzará un examen radiológico en el adolescente.
El cambio rápido
de la imagen corporal durante el desarrollo puberal hace que los adolescentes
se muestren preocupados por su intimidad y pudor, y el técnico debe respetar
esos sentimientos.
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