LAS ETAPAS INFANTILES

  • Lactantes Prematuros 
En el Servicio de Radiología, la hipotermia es el mayor peligro para los lactantes prematuros y para algunos nacidos a término. Es probable que la hipotermia agrave cualquier enfermedad preexistente y puede resultar fatal.
Si se debe hacer un examen en la sala de radiología, el niño debe ser transportado por un profesional sanitario en una incubadora templada.
El periodo fuera de la incubadora será el mínimo imprescindible, y debe ser devuelto a la incubadora durante las pausas del estudio si existe cualquier evidencia de hipotermia.
La inmovilización rara vez es necesaria para estos pacientes, y cuando lo es, puede aplicarse con rapidez un método simple y suave. 


  • Lactantes Jóvenes 
Los lactantes con alrededor de 6 meses de edad no distinguen bien entre las personas que los cuidan.
Muchas veces se muestran juguetones o somnolientos cuando están cómodos y bien alimentados.
La reacción al dolor estimula el movimiento corporal total y el llanto fuerte, que puede cesar con la distracción.
Cuando se dispone de tiempo, el llanto prolongado puede calmarse sacando al niño de la habitación mientras se examina en el intervalo a otros pacientes.
Pedir a la madre o familiar que coja al niño, le hable con suavidad y tranquilidad, y le ofrezca un biberón con agua o leche si no está contraindicado. 


  • Lactantes hasta los 3 Años de Edad 
Los principales factores de estrés para los niños entre 6 meses y 3 años de edad son:
• Dolor.
• Separación de los padres.
• Limitación de las capacidades motoras.
• Pérdida de las rutinas y rituales relacionados con la comida, el sueño, el baño y el juego.
Un chupete o biberón calmará con frecuencia al lactante. El técnico debe aproximarse al pequeño de modo sonriente y amistoso, y hablarle con voz suave, quizás ofreciéndole un simple juguete.
Casi siempre es necesaria la inmovilización, y ésta trastorna menos al niño que verse rodeado por varios adultos que intentan sujetarle en posición correcta.
Una vez apropiadamente inmovilizados, la mayoría de los niños se calman y es posible completar un examen diagnóstico técnicamente correcto.
Advertencia: nunca se debe dejar solo en la sala a un niño inmovilizado, excepto en el momento de hacer la exposición. 


  • Tres a 5 años de Edad 

Los preescolares pueden comprender las instrucciones y explicaciones si se les proporcionan teniendo en cuenta el modo como probablemente las percibirá el niño. Por ejemplo decirle que tenemos una cámara de fotos especial y más grande que la de sus papás, que no le hará daño y que servirá para que su médico lo pueda curar.
Los preescolares son fáciles de agradar y una atmósfera de juego puede facilitar el trabajo.
Muchas veces se puede charlar con el niño durante el examen. Se le debe alabar cuando el niño intenta colaborar. Eso reduce la ansiedad del pequeño y tiene mucho valor para él.
La inmovilización suele ser necesaria incluso el los preescolares más colaboradores, debido a que no comprenden la necesidad de estarse inmóvil en una posición fija.
Los conceptos inmaduros sobre la enfermedad y el tratamiento, incluyendo el miedo a la invasión del propio cuerpo o a la pérdida de cualquier parte del cuerpo (incluso de una pequeña cantidad de sangre), resultan universales a esta edad. Las tiritas son muy importantes para los preescolares, dado el temor de que cualquier intrusión en el cuerpo hará que se salga lo de dentro. 


  • Niños en  Edad  Escolar 
Las sugerencias de la sección previa se aplican también a los niños de edad escolar. Para ganarse su confianza, el técnico debe ofrecer explicaciones completas de la experiencia esperada a estos niños con mayor capacidad de comprensión.
Como es natural, las explicaciones se deben modificar conforme aumenta la edad del paciente.
Los niños de este grupo de edad hacen frente mejor a la hospitalización, debido a que la socialización en la escuela y las conexiones con sus compañeros consiguen que se aflojen los lazos con los padres y el hogar.
De hecho, la obtención de independencia es importante para ellos y se les debe dar libertad para que elijan, siempre que sea posible. Los pacientes tendrán menos tiempo para preocuparse por el medio ambiente extraño y los sentimientos de desamparo si el técnico les habla durante los procedimientos.
El truco consiste en hablar continuamente, pero sin hacer de menos ni siquiera violar la personalidad del niño.
Muchos niños de edad escolar son sorprendentemente vergonzosos, e ignorar su pudor les puede causar gran turbación.
En un niño mayor de 7 u 8 años no se le debe forzar ni atar en el examen radiológico, excepto en caso de urgencia.
Cuando un niño mayor se muestra desobediente, se le debe sacar de la sala que se le ha convertido en una atmósfera amenazante y encargar a los padres que lo tranquilicen. 

  • Adolescentes 
Los adolescentes suelen haber desarrollado ya mecanismos para hacer frente con éxito al estrés de la hospitalización. Sin embargo, puesto que muchos de ellos están mal informados sobre la enfermedad y el cuidado médico, sus respuestas frente a un examen particular pueden ser inapropiadas.
Sólo en caso de urgencia que pongan en peligro la vida y cuando hayan fracasado todos los argumentos y explicaciones, se forzará un examen radiológico en el adolescente.

El cambio rápido de la imagen corporal durante el desarrollo puberal hace que los adolescentes se muestren preocupados por su intimidad y pudor, y el técnico debe respetar esos sentimientos. 



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